sábado, 4 de septiembre de 2010


Las venas y las ganas siempre juntas al final del río, y una casa a pie de playa y un pescador ahogado en el intento. Un invento a destiempo que recorre este pecado que hemos decidido cometer, dándonos la absolución cada mañana, justo antes de la ducha y la ignorancia. Toda la vida que pasa y nuestras ojeras en plena batalla, sin que nadie -ni siquiera nosotros- seamos capaz de alertarlas; que es absurda una lucha entre la noche y la nostalgia, entre las calles y la almohada, entre la coca y los suspiros, entre el punto final y el punto muerto.


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