'somos las dos orillas distantes de un río'
julio 2009
julio 2009
ella sabía defenderse; y se defendía. No precisamente con reproches o con falsos pudores, ni siquiera con un amanerado desamor. Su defensa era más sutil que todo eso, algo que quizás podría calificarse como una denodada resistencia a la emoción, o como el designio de contemplar desde fuera todo transporte sentimental en el que ella misma estuviese implicada. Por ejemplo: para besar nunca cerraba los ojos. Por otra parte, si estaban de pie y abrazados, él tenía conciencia de que ella por encima de su hombro, se miraba en el espejo de la pared. Su divisa podría haber sido: "No entregarse", siempre que esa no entrega se hubiera referido a algo más que el sosegado cuerpo.
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